lunes, 1 de febrero de 2010

Mi pueblo blanco...

Llegaba tarde... Todos lo aceptaron, pero el maldito tren llegaba, como siempre, tarde... Al final del andén, una calle repleta de caras nuevas. Más allá, calles tristemente pobladas por caras conocidas. La curiosidad, el dolor y el devenir entre ambos...

En la casa, una cama rosa cuyo color eligió alguien a quién ya no soporto y que sin embargo, resulta tan entrañable. Lecho de vidas: vidas pensadas, vidas sentidas, vidas soñadas, vidas que ya no serán vidas. Lecho pasado al que no volver mientras el valor no pueda invertarse otras vidas.

Reencuentros… oportunidades para los que su antiguo yo les pidió a gritos el borrón y cuenta nueva. También para aquéllos que lo recuperaron después de no sé cuántos actos…

Nostalgia… lugares que ya no existen más que en el recuerdo. Vacío de paredes que no encierran nada. El mundo de otros, la tierra de nadie y mi pueblo blanco, que como el tren, siempre llega tarde…

No hay comentarios: